Es importante que la población vulnerable esté a salvo y salga de la zona catastrófica

Dra. Natalia Prego Cancelo (Médico especialista en Medicina Comunitaria y Familiar) https://www.bitchute.com/video/Tyt8TUcI2qMp/

👉 Se trata sólo de salir de sus casas durante unas semanas y volver cuando haya pasado el peligro de desarrollo y propagación de enfermedades infecciosas…

👉 Niños, ancianos, enfermos, embarazadas y recién nacidos deben ir a zonas saludables de la geografía española, para descansar, tener ropa limpia y disminuir el impacto emocional de tanta destrucción…

➡️ Son las fuerzas de seguridad del estado y los expertos, los que tienen la obligación de reconstruir los pueblos y las zonas destruidas.

➡️ No hablamos de abandonar nada, sino de Salvarlo todo…

Para descargar las guías de actuación para la desinfección del agua y otros, haga clic en el enlace siguiente:

https://drive.google.com/file/d/1TJ9JxNSEx-5Md41eK0lZ3VFPi1goy6CQ/view?usp=sharing

La devastación causada por la tormenta Dana en la Comunidad Valenciana, su impacto en la salud pública y la vida emocional de sus habitantes. Advierto sobre los riesgos sanitarios tras la tragedia.

Coches apilados, bloqueando accesos y calles llenas de escombros, son la barrera que enfrenta la población ante la magnitud del desastre.

El resultado desafía la lógica y nos invita a reflexionar sobre la vulnerabilidad humana y el sentido de comunidad. Sensibilizar sobre la importancia de la solidaridad y la acción colectiva en momentos de crisis, recordando que el compromiso ético con la salud y la seguridad es una responsabilidad de todos.

Médicos por la Verdad está en Paiporta y quiere expresar su solidaridad y apoyo a las víctimas de la catástrofe ocurrida en Valencia.

La catástrofe de Dana en la Comunidad Valenciana pone de relieve la vulnerabilidad de la existencia humana ante los desafíos de la naturaleza.

Conforme el agua se va envenenando y el lodo se infiltran en cada esquina, el peligro de padecer enfermedades contagiosas se vuelve inminente. ¿Cómo explicar las escenas angustiosas, de aquello que no se muestra, cuerpos en descomposición, tanto humanos como animales, escondidos bajo escombros que el agua transformó en sepulturas improvisadas? Las circunstancias son de extrema gravedad sanitaria: pueden ocurrir hepatitis A, gastroenteritis, leptospirosis, legionela, tifus, cólera.. todo esto despliega un sombrío panorama de lo efímera que es nuestra presunta protección civilizada. La limpieza, una acción que presumimos diaria, se transforma en un lujo en estas tierras devastadas. Entonces, frente al derrumbe de lo inmediato y lo próximo, surge la auténtica ética, poniendo en duda la reacción de los responsables y, junto a ella, la de una sociedad que ya pone en duda sus propias acciones, como vimos en Paiporta ante la llegada de los Reyes y el presidente de gobierno.

En estas situaciones, la acción de potabilizar el agua es un gesto de resistencia. Hervir, desinfectar, tratar con meticulosidad cada gota disponible, se convierte en un asunto de vida o muerte. Nuestras guías creadas por Médicos por la Verdad, buscan aliviar el dolor y evitar la tragedia futura. Una llamada a la reflexión sobre lo que verdaderamente implica el compromiso ético: no es suficiente con observar desde lejos o proporcionar asistencia de forma simbólica. Hay una obligación palpable, de acción específica, en cada señal, en cada mensaje enviado a aquellos que están atrapados en el foco de la tragedia.

Además, es necesario considerar los grupos vulnerables: personas mayores, niños, embarazadas, y aquellos cuyas barreras físicas y emocionales son más frágiles y están expuestos a un estrés que podría desgastar su sistema inmunológico. La ética que respalda la medicina, la “verdadera medicina” que aspira a salvaguardar y mantener la vida en su totalidad, requiere un esfuerzo conjunto para evacuar, para resguardarlos de un panorama que trasciende lo médico y podría llegar a tener dimensiones psicológicas devastadoras.

En la narrativa de catástrofes, ya sean naturales o sociales, siempre existe una dualidad oculta: el suceso en sí mismo y la respuesta, que refleja nuestra identidad, la estructura moral y ética que unos estamos dispuestos a construir y mantener y otros han retrasado sin que podamos llegar a comprenderlo. Es una enseñanza que se vuelve aún más esencial en el presente, donde la indiferencia durante días a menudo parecía extenderse por sí sola.

Cada situación de emergencia nos recuerda nuestra fragilidad física y moral. Quizás en la severidad de cada catástrofe se halle una lección ineludible: que solo mediante el compromiso auténtico, la acción y el sacrificio colectivo, podremos aspirar a una civilización auténtica, una que no se desmorone ante la crudeza de la tempestad.

Video de Médicos por la Verdad en Paiporta. Dr. Ángel Ruiz Valdepeñas y Dra Blanca Sandoval: https://rumble.com/v5lrpit-mdicos-por-la-verdad-en-paiporta-ayudando-en-la-emergencia.html

Una civilización que, en vez de sentirse abandonada ante al caos y la desesperación, se apoye en fundamentos firmes de compasión y responsabilidad comunitaria. Visualicemos, por un instante, un sistema sanitario y un entramado social que reaccionen con la rapidez de una maquinaria adecuadamente engrasada, no como un ente burocrático e inerte, sino como un ser vivo, uno cuya misión no se desvíe ante las fluctuaciones de lo económico y las mareas de lo político. Sería una sociedad donde cada persona, cada profesional, desde el más modesto ayudante hasta el más distinguido profesional, se considere un elemento crucial en la preservación de un bienestar común.

El desamparo que experimenta una anciana en las ruinas de su casa o el desconsuelo de un niño sin agua lo suficientemente higiénica como para asearse o tener ropa limpia, son indicativos de una enfermedad más profunda: la de una moral en el colectivo burocrático que, al deshacerse de los principios de solidaridad y respeto, se desgasta hasta llegar a ser incapaz de aguantar sus propias contradicciones. Porque, finalmente, la ética no es simplemente una teoría abstracta y fría que se debate en las aulas, sino una práctica diaria, una elección que necesita ser renovada en cada acto, en cada elección, en cada mirada que compartimos con el otro.

La tragedia de la Dana podría transformarse en una advertencia triste o en un catalizador de transformación, en función de la historia que escojamos construir en torno a esta. No tiene sentido que millones de ojos se centren en los titulares, que los políticos prometan o que millones de ciudadanos experimenten una compasión efímera que se disipa al cerrar el periódico o al apagar la TV. Es necesario algo más profundo, una introspección que supere lo actual y dirija nuestra atención hacia la mejora en la reconstrucción total.

Porque, en última instancia, ¿qué constituye la salud pública más que la concretización de una ética común? ¿Acaso la medicina no es una manifestación de una profesión donde el bienestar del prójimo se transforma en el núcleo de nuestra vida? En cada catástrofe, la medicina, cuál venerable guardián, renueva su juramento; sin embargo, también cada ciudadano, cada institución y cada líder están obligados a cumplir con este mismo juramento tácito. La salud pública es el anhelo de una vida digna, un acuerdo que debe resguardarse frente al desdén y el olvido, una defensa que respalde nuestra humanidad en tiempos de adversidad.

No obstante nosotros somos capaces de grandes actos de coraje y compasión. Cada acción negligente es una fisura en el muro al que cantaba Pink Floyd, y cada muestra de bondad y atención es un pilar más en la fortaleza que todos compartimos. Por lo tanto, frente a la severidad de la tormenta, el agua representa la amenaza de ahogarnos, pero también nuestra propia negligencia. Enfrentar la Dana y sus secuelas representa, una ocasión para evidenciar, una vez más, que somos capaces de ascender sobre las aguas, no únicamente como personas, sino como una comunidad unida.

Dra Natalia Prego Cancelo
(Médico especialista en Medicina Comunitaria y Familiar)